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Esta letra tiene su origen en un signo jeroglífico egipcio que representaba una mano. Los fenicios, verdaderos creadores del alfabeto, le dieron una forma parecida a la actual y la llamaron kaf. Su progresiva historia de marginación en nuestra lengua, debido a que comparte sonidos con otras letras -c y q-, se remonta a muchos años atrás.Cuando los griegos la adoptaron, tuvieron que acomodarla a su lengua, pues tenían tres signos para el mismo sonido. Finalmente prevaleció el signo kappa (así se llama la letra también en italiano actual). Sin embargo, los etruscos habían tomado el sistema griego de tres signos para el mismo sonido antes de la unificación, y así también llegó al latín. Los romanos, para evitar confusiones reformaron el triple uso de signos en la representación del sonido: c seguida de e, i; k delante de a, y q delante de o, u. No obstante, el latín fue marginando poco a poco a la k y sustituyéndola por la c, con lo que acabó reducida a muy pocas palabras, en especial a aquéllas procedentes del griego.Ya refiriéndonos a nuestra lengua, fueron varios los gramáticos que despreciaron esta letra, entre ellos el propio Nebrija (1441-1522), incluso llegó a ser suprimida del Diccionario de la Real Academia entre 1815 y 1869. En la actualidad se está produciendo una curiosa identificación entre esta letra marginada y varios movimientos sociales que también se autoconsideran marginados o marginales, que la esgrimen y la usan como seña de identidad. Baste citar ejemplos como okupas, anarkía, Vallekas o mili kk. byte.
Diccionario del origen de las palabras. 2000.